¿Y robar y llorar, y llorar y...?

SÍNo tenemos el cuerpo para músicas, pero el estribillo de la ranchera El Rey me zumba en la cabeza desde los últimos días. Es como si Vicente Fernández padre se me hubiera metido ahí (sin sombrero, claro). ¿Pero qué tiene que ver la canción compuesta por el mexicano de Guanajuato José Alfredo Jiménez con la realidad de España en estos últimos días, meses, incluso años? «Llorar y llorar». «Rodar y rodar». «Con dinero y sin dinero, yo hago siempre lo que quiero, y mi palabra es la ley». «No tengo trono ni reina, ni nadie que me comprenda, pero sigo siendo el rey». No me digan que la letra no encaja. ¿Acaso llorar y llorar no es la sensación anímica, si no física, en España ante esta lluvia de incesantes escándalos de corrupción protagonizados por la clase política? Rodar y robar. Rueda el descrédito de la llamada Casta, denominación que antecede a Pablemos. Porque es verdad que con dinero o sin dinero los representantes de la voluntad ciudadana han obrado a su antojo: su palabra y la de sus partidos «es la ley». Y si nos metemos en honduras, llegamos a la estrofa central: «No tengo trono ni reina, ni nadie que me comprenda, pero sigo siendo el reeeyyyy». Así ha sido. En los aciertos y desaciertos de la inacabada Transición ha participado de manera principal el Rey Don Juan Carlos. Si la soberbia precede a la caída, la corrupción es la consecuencia de una ausencia general de controles: en la Casa Real, ahora con tímidos avances tras la llegada de Felipe VI (quien debe ponerse al frente de la Transición II o no aguantará); en los partidos políticos, que han hecho de su capa un sayo; el sayo ha sido el Tribunal de Cuentas, controlado por los políticos a controlar; en el Banco de España o en la Comisión del Mercado de Valores, contaminados por el ébola partidista. Un descontrol pactado por los protagonistas de la Transición para conducir con manos libres según conveniera: gobierno y/o me enriquezco. Ejemplo: Pujol. El escándalo de Caja Madrid con sus tarjetas b, de borrachera de indecencia, es el espejo de una España corrupta pactada desde arriba. Con unos dirigentes disparando con pólvora del contribuyente, no del Rey. De haber sido así, él se habría cuidado de vigilar mejor el despilfarro.

¿El sueño de la Transición?

SÍHaga la prueba. Busque en Google «libros sobre la Transición». No le cabrían en un estante títulos con la palabra Memoria, esa olvidadiza y ajada señora que nos confunde. La memoria viva, de Leopoldo Calvo Sotelo ; Memorias de estío, de Herrero de Miñón; Mis Memorias, de Carrillo... Dime de qué presumes... En abril, la intrépida y aguda Pilar Urbano se propuso ayudar a recordar a desmemoriados con su libro La gran desmemoria. La devota Pilar creía que la llevarían a un altar y la devoraron desde el minuto uno para callarla. Funcionó la omertá del silencio, también llamada transición. Esta misma semana se ha puesto a la venta otro libro, El sueño de la transición. Escrito por el general Monzón, da otro tajo al cuento de hadas elaborado con el paso de la dictadura de Franco a la democracia. Según Monzón, vinculado al servicio secreto español y con cargos en ministerios en los 70 y 80, el guión de la pretransición lo pergeñaron los servicios de inteligencia de EEUU y Alemania, con participación de Torcuato Fernández Miranda. Los intérpretes fueron el Rey y Suárez. Cuenta una anécdota algo violenta de Carrero Blanco, opuesto a la creación de partidos políticos. En 1973 fue asesinado. Si EEUU trazó la salida del franquismo, ¿será verdad que se consintió la eliminación de Carrero? ¿Será cierto, como dice Urbano, que el 23-F en su fase inicial se urdió en Zarzuela para apuntalar a Don Juan Carlos?

¿Fallidos y fo...?

SÍEs más de lo mismo, pero con una particularidad: el saqueo de Caja Madrid fue cometido por el presidente de la entidad, Miguel Blesa, entre los años del suicida crecimiento de España y los de su hundimiento. Blesa, colocado por Aznar, y 15 directivos más cobraron 67,8 millones de euros entre 2007 y 2010 en plena crisis financiera. Los pobres, como no tenían ingresos (Blesa ganaba más de tres millones al año), además de tarjeta oficial se autoasignaron otra B para sus cosas: viajes, ropa, Mercadona... Decenas de directivos fundían cientos de miles de euros cuando miles de hipotecados de Caja Madrid eran echados de sus casas por no pagar el préstamo. O desaparecía el dinero de miles de ahorradores en preferentes o subordinadas. Los cargos de las tarjetasnegras se perdían en el agujero de fallidos del servidor. Los fallidos y los follados. El oso verde de Caja Madrid se ha dibujado como una bestia que sodomizaba a sus víctimas. El Monte de Piedad debería subastar los bienes de los saqueadores. Torrente castigaría a esta panda a algo más cochinillo: a hacer una segoviana a tantas y tantas víctimas.

¿Mas cejará?

NONi cejará ni cesará. Quiere ser el Casanova del s. XXI: aquél perdió Barcelona en el año 1714 y éste se carga a CiU. El 9-N habrá urnas. Después se formará una coalición independentista para las elecciones de mayo de 2015; barrerá en el 80% (+-) de los municipios catalanes. De ahí, a las autonómicas de 2016: ganará ERC. República a la catalana. Puede pasar de todo, sin descartar «la violencia» (Mas). A veces uno, aunque no le apetezca del todo, acaba suicidándose y arrastra a muchos.

¿Declive de la vida?

SÍLa Tierra ha perdido la mitad de la vida animal salvaje en las últimas cuatro décadas. Si seguimos así, las palabras del Génesis en las que Dios crea a los animales para uso y disfrute de los hombres, carecerán de sentido. La deshumanizada humanidad se expande tanto que no da tiempo a la madre Tierra a regenerarse. Cortamos más árboles de los que crecen, comemos más peces de los que se reproducen, emitimos más carbono de lo que bosques y océanos pueden absorber. Desde la década de 1990, el noveno mes del año superamos el límite regenerador de cada año. Como si tiráramos de ahorros para vivir los tres meses restantes de por vida. La hucha se acabaría. En 2050 seremos 2.400 millones más.

¿El ejemplo de San Virila?

SÍEl abad Virila del monasterio de Leyre, teniendo dudas sobre la eternidad, pidió a Dios una prueba. Un día, rezando en el bosque, al oír a un ruiseñor, cayó en éxtasis y se durmió. Al despertar 300 años después, comprendió el misterio de la eternidad. Lo leo en mi calendario religioso de taco. (Como esto se pone muy feo, yo no te digo, Señor, que nos lleves pronto, ni que nos duermas por tantos años, pero nos vendría bien un sueñecito largo y reparador. Poder despertarte con el panorama despejado en España y en el mundo). ¡Amén!

miguel.a.mellado@elmundo.es

@MAMelladoF